Bones, su nuevo patrón, lo ha elegido por razones equivocadas; comparte la opinión de que Darrell es un malvado sin entrañas, algo que no es acertado. Cuando el protagonista se da cuenta que ha firmado un contrato como susurrador y lo que ello implica, intenta rechazar el trabajo, pero Bones no se lo permite, ya que cree que miente.
Susurrador no es un empleo cualquiera. Cuando fallezca, su alma irá directamente al limbo, donde Bones lo esperará para aleccionarle sobre sus tareas; incitar a los mortales a cometer pecado; mientras más terribles sean, mayor será su remuneración. Pero hasta entonces, Darrell espera disfrutar de unas décadas de vida y hacer buen uso del adelanto que le ha dado su jefe.
Sin embargo, al día siguiente es asesinado, por lo que tendrá que comenzar su labor mucho antes de lo previsto.
Durante su periplo, conocerá otros demonios, ángeles y djins, amén de ciertas entidades aún más ominosas. Viajará al mismo infierno y comprenderá que sus nuevas labores no son nada sencillas…además de verse envuelto en una conspiración cósmica para destruir el universo.
También el lector se verá transportado al pasado, siendo testigo de cómo una tribu descubre al Dios del Bosque, cómo son destruidas las ciudades del Jordán, la toma de Alejandría por los árabes, y la cruenta revolución de Haití.
En resumen, una obra de ritmo frenético, apropiada para leer en cualquier lugar, y perfecta para los lectores a los que aburren las lecturas tranquilas de acción pausada.
Tenía diez años cuando descubrí a Poe, doce cuando me aterroricé con M.R James, trece cuando me asombré con Lovercraft, a los catorce visitaba con Asimov los mundos del Imperio, a los quince me emocionaba con Bradbury…Pueden comprender que mi referente literario sea la fantasía anglosajona. Es lo que me gusta leer, con lógicas excepciones, y por ende, lo que escribo.